DESPEDIDA GOSPEL
Huesito despedía a su novia que viajaba a Buenos Aires. Abrazos, besos, abrigate, cuidate, te voy a extrañar...y todas esas tonterías que uno habla de corrido cuando se despide. Luego viene la procesión de entregar el boleto, subir el primer escalón y embarcarse con desconocidos en la travesía de viajar 11, 12, 13 horas siempre y cuando el vehículo no presente un desperfecto o se prenda fuego.
-¡Chau, te quiero! y al cerrarse la puerta quedaba atrapada parte de la campera de Huesito, que se encontraba con el rostro pegado al vidrio. El ómnibus iniciaba marcha atrás y con el dando largos pasos laterales, nuestro amigo Hueso; que ahora saludaba a mas no poder convertido en una ventosa humana.
María llamándonos al celular y diciéndonos que también lo iba a extrañar, pero que le parecía una exageración todas las morisquetas que estaba haciendo su amado. En la plataforma habíamos improvisamos un pequeño coro gospel, y batiendo palmas cantábamos: "¡chofer, abrile la door por favor!"
La despedida se tornaba infinita.
Huesito seguía saludando tal vez para no preocupar a su amada. A las zancadas y saltos se sumaron golpes desesperados a derechazo limpio contra el espejo retrovisor. Nosotros entonando a todo pulmón: "chofer, abrile la door al chabón por favorrrrrr"
El colectivo se detuvo con una brusca frenada. Nuestro amigo ayudado por el efecto de los frenos, que rasgaron la prenda y pudo al fin quedar libre; no sin antes rodar como un pelele sobre las manchas de aceite y mugre.
El coro estupefacto. En silencio. La puerta abriéndose y María sacudiendo a los cachetazos a Huesito entre gritos "¿Por qué hacés toda esta payasada? ¡Siempre dejándome en ridículo ante la gente!". Las bofetadas no cesaban.
El coro batiendo palmas en plena redención clamaba: ¡chofer, cerrá la door por favorrrrrrrrr!